viernes, 5 de agosto de 2011

La imagen





Quien no reconozca la identidad de ése miliciano de aspecto férreo y curtido bajando del vehículo colectivizado por la CNT, desconocerá seguramente quien fue Buenaventura Durruti, en ése caso la fotografía poco o nada le sugeriría. Explicar aquí quien fue Durruti sería demasiado extenso si pretendo hacer honor a su memoria, el decir que fue un anarquista, quizá el de mayor relevancia durante el siglo pasado en España me resulta exiguo. Prefiero recomendar el siguiente libro para todo aquel interesado en conocer ampliamente la figura personal y acciones de Buenaventura. Durruti en la Revolución Española – Abel Paz.


Aparentemente es un miliciano, si no fuera por su conocido rostro claro. Y es que de hecho, fue un miliciano más, en alma, ideas, sentimiento y acción él nunca pretendió ser un jefe o meramente ostentar cualquier cargo dirigente a pesar no faltarle nunca oportunidad desde sus años de acción en la CNT antes de partir hacia el obligado exilio, durante la República y en los primeros meses de contienda bélica al ser propuesto como Ministro. Si fue nombrado como  responsable de la famosa columna que llevó su nombre hasta la militarización (a partir de entonces; División 26) radicó esta decisión en su carisma y apreciada figura, ineludible para imprimir arrojo y bravura en los milicianos.  

En mi opinión, es una fotografía idónea para concebir de manera sencilla lo que marcó generalmente toda su vida, un hijo del pueblo más, sin pretensiones elitistas ni trabajo a pie de despacho, sino buscando la máxima de la igualdad fundiéndose entre los proletarios tal como rezaban los carnets confederales de la época: La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos.

Grande Durruti.

Muy grande leonés. Algo bueno tuvo que tener ésta ciudad clerical que aún hoy añora monarquías absolutistas como si ello fuera lo único que ha conformado León.
Estoy harto de ver carteles en todos los rincones de la ciudad, conferencias, artículos de prensa casi diarios, calles dedicadas y monumentos dedicados al puto Reinu de Llión. Eso sí, al bueno de Buenaventura le tienen un mísero monumento, que además de muy dudoso gusto artístico, debo de ser un inculto en lo que a arte se refiere.

Esta ciudad me provoca un vómito continuo, aquí, el que tiene un familiar o amigo en los cuerpos y fuerzas de in-seguridad del Estado se le puede considerar privilegiado, es más, es lúcido hasta con orgullo.

Mayo1937.

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